
Mercurio retrógrado es un fenómeno astrológico que ocurre cuando el planeta parece moverse hacia atrás en el cielo, afectando la comunicación, tecnología y viajes. Aquí te dejo las fechas de Mercurio retrógrado en 2025, junto con algunos consejos para navegar estos períodos:
Fechas de Mercurio Retrógrado en 2025
- 15 de marzo - 7 de abril: Mercurio retrógrado en Aries y Piscis. Este período puede traer conflictos y malentendidos debido a la energía impulsiva de Aries y la confusión de Piscis.
- 18 de julio - 11 de agosto: Mercurio retrógrado en Leo. Este período es ideal para reflexionar sobre la expresión personal y la confianza en la comunicación.
- 9 - 29 de noviembre: Mercurio retrógrado en Sagitario y Escorpio. Esta retrogradación puede ayudarte a equilibrar diferentes energías y a encontrar moderación en tus palabras y acciones ¹.
Consejos para sobrevivir a Mercurio retrógrado
- Revisa todo dos veces, especialmente documentos y correos electrónicos.
- Evita iniciar proyectos nuevos y enfócate en revisar y perfeccionar lo que ya tienes.
- Sé paciente y recuerda que los retrasos y malentendidos son temporales.
- Cuida tus dispositivos y haz copias de seguridad de tus datos.
- Practica la introspección y la reflexión para aprovechar al máximo estos períodos ².
Mercurio Retrógrado y “Mindfulness”
Lic. Maria Lucia do Couto Diniz
Mucho se habla en estos días del fenómeno de retrogradación (aparente) del planeta Mercurio y sus “nefastas consecuencias” para nuestra vida cotidiana: problemas en las comunicaciones en general, distorsiones en la información, accidentes, pérdidas, engaños, equivocaciones, etc.… Es cierto que esto es lo que “vemos” ir sucediendo tan claramente durante estos 20 días que dura la retrogradación de este planeta.
Pero podemos quizás ir un poco más allá de lo fáctico y reflexionar sobre qué significa todo esto.
Los que intentan (de buena voluntad, por supuesto), “alertarnos” para lo que está sucediendo, lo plantean desde un paradigma donde los astros están “allá” en el sistema solar y nosotros estamos “acá” (¿dónde?!)… y por ende, todo lo que se logra es asustarnos por las “maléficas influencias” de este fenómeno. O generar reacciones tipo “no tienen nada que ver los astros, yo hago mi vida y listo”…
Para comprender lo que sucede, tenemos primero que plantearnos algo que normalmente no nos damos cuenta: que el sistema solar no está “allá” y “yo aquí”… “somos” parte de este sistema solar, parte intrínseca, y mejor diciendo, “somos el sistema solar”… como tal,” no nos puede suceder nada que no sea parte de lo que yo soy” (ya lo decía Carutti en un artículo para la revista Medium Coeli).
Un momento de Mercurio retrógrado es una excelente oportunidad para darnos cuenta de la gran desconexión que tenemos con la realidad de las particulares cualidades energéticas que constituyen el momento presente, tan claramente descriptas por la Astrología.
Vivimos en un estado de “sueño en vigilia”, como bien lo describen todas las grandes tradiciones de todos los tiempos… o sea, vivimos “dormidos” y pensamos que estamos despiertos!
Encapsulados en nuestro mundo mental, en el conjunto de nuestros deseos, satisfacciones e insatisfacciones, perdidos en los pensamientos. Sobrevaloramos el poder de nuestra voluntad, “yo quiero”, “yo puedo y lo hago”, y así vamos por la vida, ciegos, dormidos, y esperando que todo el universo se doble a nuestro “gran poder” de acción y a nuestra voluntad.
No nos damos cuenta del momento presente, porque no nos damos cuenta de que “somos” el momento presente; no nos damos cuenta de que hubo un cambio de ritmo con Mercurio retrógrado; que la cualidad energética de este momento es una cualidad que tiene que ver “conmigo”; que no estoy separado del universo…
Los momentos en que hacemos o dejamos de hacer cosas que en este momento “salen mal”(por “culpa” del tal Mercurio retrógrado… ), son momentos en que estamos, en verdad, seguramente desconectados de nosotros mismos, momentos en que el nivel mental, o emocional, o físico, como que “funciona sólo”, “sin mí”, o sea: sin una observación atenta, sin presencia, en automático.
Des-integración, esto es lo que caracteriza esta situación! No estar integrados, así de simple!
Por esto, los ciclos retrógrados de Mercurio son verdaderos regalos para comprender nuestra relación con nosotros mismos; para ver cuánto estamos desconectados de nuestro cuerpo, de nuestras vidas (lo que siempre significa algo incómodo, obviamente…); cuánto estamos desconectados de nuestro precioso momento presente.
Y parar un poco el gran automatismo en que vivimos, para integrarnos a la realidad energética del momento, ir “a tiempo” con uno mismo, conocer lo que pide el momento presente, cuanto al ritmo y a los tiempos.
Es una oportunidad para aceptar los impedimentos, olvidos, pérdidas y/o atrasos que suelen aparecer en el día a día en estos 20 días, como oportunidades de rever nuestros deseos, nuestras urgencias, y la real necesidad que tenemos de hacer lo que pretendemos hacer en cada momento.
Hay algo para aprender “de mí” en estos momentos; y tenemos que “estar atentos”, acompasarnos a las cualidades energéticas del momento para comprender un poco más de nosotros mismos.
Simplemente eso; no hay necesidad de buscar más info astrológica para saber qué está sucediendo: sólo sentir nuestra propia presencia en cada momento que se está viviendo!
Es cierto, por la astrología sabemos que la información está presente todo el tiempo, no sólo con Mercurio retrógrado… pero con Mercurio retrógrado es cómo si la información sobre el momento energético nos tocara de frente, al impactar con tanta claridad en nuestra ajetreada e inconsciente vida cotidiana…
“Vas contigo mismo adonde sea que vayas”… esta gran máxima de Mindfulness, tan simple pero en verdad… ¡no tan sencilla!, cuando de Mercurio retrógado se trata!
EL CICLO DE MERCURIO RETRÓGRADO
Al interpretar los ciclos retrógrados de Mercurio en el horóscopo,
hemos de tener presente que el proceso que se define es multifacético.
No sólo analizamos la capacidad de recibir información, sino también lo que se hace con esa información una vez que se ha asimilado. Mercurio representa, pues, la capacidad de la mente humana para simbolizar la realidad y, a la inversa, para traducir a términos de realidad los símbolos.
La regularidad de la salida y la puesta del Sol, los manifiestos
cambios estacionales y la medición del tiempo y del espacio son resultados de nuestra observación del Sol. De la misma manera, las fases directas y retrógradas de Mercurio son nuestras referencias geocéntricas para nuestras percepciones, tanto las conscientes como las inconscientes, y para la mente en tanto que se enfrenta con cuestionamientos interiores referidos a los retos del exterior.
Natalmente, Mercurio simboliza la capacidad de formular y expresar ideas que se originan en una pauta abstracta. Es la capacidad de
usar las palabras como símbolos de lo que vemos, tocamos, olemos,
oímos o saboreamos; en otras palabras, de traducir a conceptos las percepciones sensoriales.
En cuanto planeta de la comunicación, funciona como «el que cuenta el cuento» y relata la interioridad de las percepciones al Mercurio de otro individuo, que se convierte entonces en «el que oye el cuento». John Lilly dice que la comunicación es «la creación de información en una mente por medio de señales provenientes de otra mente.
La segunda mente acusa recibo de la recepción de las señales y de la formación de la información transmitiendo a la primera otras señales, que crean entonces una nueva información». ¡Es fácil imaginar lo mucho que se puede perder en la traducción!
Cuando Mercurio está directo, como sucede durante el 80 por
ciento del tiempo, la mente opera en un nivel muy funcional. Hay poco tiempo para la retrospección, y la energía se gasta en acción productiva.
Nuestro lado contemplativo está prácticamente sojuzgado. Este ritmo
es natural. El período durante el cual Mercurio está retrógrado dará origen a problemas que se han mantenido latentes durante los tres meses anteriores. Este es el momento en que gran cantidad de la información inconsciente que se ha absorbido y almacenado empezará a aflorar a la superficie de una manera específica según las necesidades de la persona y en el momento oportuno.
La retrogresión de Mercurio es el tiempo de inactividad mental ins
tintivo. Va asociada con mucho rehacer, repensar, reorganizar, reasociar; cualquier cosa que pueda admitir la anteposición de re definirá este período de descanso. Es algo muy semejante al desplazamiento lateral que debe producirse para que el germen de una idea pueda aflorar en un concepto formulado. Este proceso es tan natural como el del sueño y la vigilia.
Imagínese el lector cómo tendría la cabeza si no reconociera la necesidad de un tiempo para la inconsciencia, para dormir y soñar. Si hacemos caso omiso de las señales que apuntan a la necesidad de dormir, en cuestión de días el inconsciente empezará a fraternizar con la mente consciente, causando confusiones sin fin y dificultades para discernir lo real de lo imaginario.
Mercurio es el guía durante nuestros viajes entre estar «despierto» y estar «dormido», y entre conciencia e inconsciencia. El ciclo de Mercurio retrógrado es el ritmo natural del espacio entre el aquí y el allí, el espacio liminar del journeyer en su camino hacia el descubrimiento.
Así como conocemos los días, años, estaciones, husos horarios, relo
jes y todos los mecanismos de regulación, deberíamos conocer el mecanismo de ordenación de Mercurio retrógrado. Los estados naturales de descanso son una ventaja para nosotros. Ser capaces de prever y utilizar estos estados es una poderosa ayuda para ser más conscientes. También aquí es sensato el punto de vista orgánico y holista en astrología: si percibimos correctamente un sistema que se refleja en muchos otros sistemas, podremos usarlo como un instrumento valioso para nuestra evolución. Gracias a este enfoque, una psicología expandida nos ayuda a alcanzar un mayor sentimiento de totalidad y, de hecho, contribuye a que emerjan de un modo más activo características latentes o reprimidas que buscan un desarrollo consciente.
Fase epimeteica retrograda
La conjunción inferior
La fase prometeica retrógrada
La fase prometeica directa
Fase epimeteica retrograda
La fase epimeteica retrógrada: En el momento de la estación de Mercurio se plantea una oportunidad de restringir la acción directa, lo cual permite que los resultados del último mes y medio de actividad afloren por sí mismos a la superficie. Es frecuente que la estación de Mercurio detenga la elaboración de planes, y parece como si los acontecimientos tuvieran vida propia. Hay señales provenientes del entorno que empiezan a hacer que estemos alerta a las condiciones interiores que exigen reflexión. La medida en que forzamos resultados es la medida en que la fase inicial del ciclo retrógrado es frustrante.
En cualquier punto de transición hay siempre un enfrentamiento con los opuestos, y el «umbral de lucha» durante la etapa inicial del ciclo retrógrado puede ser profundo. La resistencia al cambio que manifiesta la psique no difiere de la que cualquiera de nosotros tendría si
nos dijeran que en el término de unos pocos días debemos trasladar todas nuestras pertenencias de un extremo al otro del país. La fase liminar se inicia con la estación, un momento de tensión e incertidumbre durante el cual al inconsciente se le concede una participación de mayor alcance en la totalidad de la psique. La mente se embarca en un viaje que no tiene un itinerario específico, y lo que se descubre no puede ser deliberadamente impedido.
Con la fase retrógrada se inicia una época de atención sumergida, que luego se convierte en una percatación global: no verbal, no lineal y de carácter sumamente femenino en su funcionamiento. Las lecciones aprendidas durante el período retrógrado de Mercurio se relacionan directamente con nuestra capacidad de ser y permanecer flexibles incluso frente a una actividad firme y productiva. Este es un don de Hermes, el que halla el Camino: un don que puede aparecer bajo múltiples disfraces, incluyendo actividades de embaucador y la frustración. Es probable que el resultado de aprender a dejarse ir sea un brote de poder creativo. Al permitir que se expandan los horizontes de la posibilidad, se puede tener acceso a información nueva que previamente se había sublimado.
La característica más importante de la fase epimeteica retrógrada, que dura aproximadamente once días, es la revisión forzada de las condiciones del entorno. La reflexión sobre el paisaje interior no es menosintensa, aunque en lo exterior no sea tan espectacular. Si esta época está
erizada de frustraciones, es casi seguro que esos acontecimientos desconcertantes son una señal directa de que debemos aprender más sobre la lectura de los signos que no hemos advertido por estar demasiado ocupados. Se hace necesaria una revisión de la motivación y la perspec
tiva personales.
En su totalidad, la fase retrógrada es de transición. Es probable que uno necesite descubrir problemas directamente relacionados con la casa por donde Mercurio está en tránsito durante esta fase. Las informaciones que afloren o los dramáticos enfrentamientos con problemas no resueltos son como los dones de Hermes. El hecho de que a menudo asuman la forma de bromas del embaucador no es más que una técnica de la que se vale con frecuencia el inconsciente para llamar la atención.
La fase epimeteica de retrogradación es la etapa inicial del viaje, y nuestros puntos de referencia resultan poco familiares. Es la fase de descenso, el ciclo previo de la reflexión. Esencialmente, el comienzo de la fase retrógrada está marcado por una brusca separación de la experiencia cotidiana que con frecuencia nos desorienta. Hay una tendencia a rechazar las señales que indican que lo más adecuado sería suspender toda actividad forzada y, en cambio, reflexionar sobre ella.
Dejarse sumergir en el inconsciente durante este breve viaje y permitir que sus mensajes afloren a la superficie en forma de símbolos, imágenes y señales refuerza los poderes intuitivos y da como resultado una mayor libertad de elección. Idealmente, este debería ser el momento en que se haga un esfuerzo concertado por entregarse a la reflexión y la revisión retrospectiva. Se está produciendo una especie deaflojamiento, una solución para una situación en la que estamos atascados, que nos libera de lo que éramos a fin de prepararnos para lo que hemos de ser, sea lo que sea, que todavía está por ver.
La conjunción inferior
Mercurio está, metafóricamente, llegando a casa para verificar su posición a medida que se aproxima a la conjunción inferior con el Sol. Con las sandalias puestas al revés, el dios Hermes hace un valiente esfuerzo por coincidir con Apolo Febo, para disculparse por el robo de los bueyes. Apolo es una figura solar, y la relación de Mercurio con él no sólo es fraternal, sino también de igual a igual.
Cuando Mercurio se mueve entre la Tierra y el Sol, reconectándose lentamente con la voluntad de la energía solar, se planta una semilla eneste tiempo de oscuridad. Se trata de una fase «nueva» de Mercurio.
Señala un momento de descanso y recuperación, para disminuir la acción iniciadora y permitir que el inconsciente trabaje. El progreso se mide solamente por la reflexión sobre su valor, y mirando hacia atrásuno ve hasta dónde ha llegado.
Desde un punto de vista heliocéntrico, es una conjunción Tierra Mercurio. Al final de la fase epimeteica (conjunción inferior) se produce una fertilización y una gestación que se prolonga durante la última mitad del ciclo retrógrado, y culmina en un nacimiento poco después de que Mercurio se estacione para volverse directo, unos diez días más tarde. Lo que se revela en la conjunción es apropiado para el nuevo comienzo que emerge en el punto de la estación directa.
El proceso de suprimir los componentes extraños en el trabajo, el pensamiento o el estilo de vida deja espacio para el material de importancia más actual que comienza a aflorar en las fases siguientes del ciclo de Mercurio. Durante esta etapa estamos en la mitad del viaje retró
grado, y el proceso de reorientación está a punto de comenzar, lenta e inconscientemente al principio.
La fase prometeica retrógrada
Esta parte del viaje es menos desconocida porque en ella la fase retrógrada está bien establecida y la psique se encuentra más cómoda con la falta de límites conocidos. La aventura
del umbral es más manifiesta, como corresponde a una fase prometeica. En esta etapa nos sentimos más impacientes, pero nada ganaremos con acelerar el proceso. Parece irónico que el nacimiento de la fase prometeica suceda en una posición retrógrada.
Sin embargo, es posible estar simultáneamente adelantado y atrasado, es decir, tener a la vez
una actitud experimental y cautelosa. Podemos poner activamente los cimientos para el futuro mostrándonos pasivamente receptivos para las condiciones actuales.
El enfoque tradicional del ciclo de Mercurio retrógrado (por ejem plo no firmar contratos, ni iniciar empresas nuevas ni hacer compras importantes) sigue siendo válido. En realidad, este punto de vista lo refuerza. Como la retrogresión epimeteica es un estímulo para liberarse
del pasado, y la prometeica lo es para empezar a reunir recursos nuevos, en la mitad del ciclo se plantea un conflicto. Simbólicamente,están en acción fuerzas opuestas que funcionan en cierto modo como alguien que condujera apretando el freno de mano: si se combina con
una sensación de restricción, la energía estimulante de los nuevos comienzos provoca una tensión interior.
En última instancia, necesitamos entrar en un diálogo con esas aparentes dicotomías e ir creando una especie de dialéctica con la que podamos dar a luz una idea nueva. Esta idea sólo puede provenir del acopio de nueva información, del hecho de aventurarse en territorios
desconocidos y de la exploración de alternativas diferentes. A lo largo de los diez u once días que van de la conjunción inferior a la estación directa, habría que dejar cierto margen para que se desarrollen potencialidades, opciones y oportunidades nuevas. Si no tomamos decisiones
importantes y nos resistimos al impulso de actuar como Prometeo adueñándonos del poder y llevando a la práctica la acción, podemos contener nuestra ansiedad e idear un método operativo más apropiado.
Las frecuentes repercusiones de la impetuosidad prometeica han dado mala fama a Mercurio retrógrado. Durante la retrogresión prometeica, Mercurio se desliza gradualmente por detrás del Sol en longitud zodiacal, para acabar saliendo, por la mañana, un poco antes que el Sol, cerca del horizonte, como heraldode la aurora. El símbolo de la mente va adquiriendo poco a poco la in
formación y la perspectiva que habrá de poner en práctica la voluntad cuando después de la estación directa se inicie el ciclo directo. Es el momento de supervisar la escena y de escudriñar el horizonte en buscade instrumentos nuevos que puedan ser útiles en el futuro inmediato; de ahí la asociación de esta fase con la investigación.
El inconscientese afana en la adquisición de datos que han de emerger a la superficie
de forma más concreta durante la fase directa. La percatación ya está madurando, y será muy útil para el tipo de atención que necesariamente ha de ocupar la mayor parte del ciclo di
recto. Esta fase final de Mercurio retrógrado es un momento profundamente educativo y, de forma embrionaria, intensamente creativo.
Como sigue siendo una época para mantener refrenado el pleno poder de la acción ejecutiva, y sin embargo no deja de ser muy estimulante en la dimensión evolutiva, la fase puede ser vivida como una frustración debido a la incapacidad de dar forma cabal a ideas o situaciones plena
mente maduras. Es aquí donde la confianza y la capacidad de dejarse ir se convierten en lecciones profundas.
Cuando las circunstancias exigen que algo se concrete durante esta fase, lo prudente es insertar un «codicilo de cambio provisional» para obviar graves fallos de planificación. Si uno está preparado para el cambio -aunque los detalles le sean desconocidos-, la flexibilidad se
convierte en una ventaja. De este modo, el ciclo de Mercurio retró grado actúa a la manera de un maestro Zen: el fluir del tao se puede equiparar fácilmente con el hecho de permitir que lo liminar de Mercurio retrógrado nos enseñe a movernos grácilmente durante una carrera de obstáculos cósmicos. Al fin y al cabo, las rocas forman parte del sendero.
La fase prometeica directa
La estación directa de Mercurio es el escenario de otro umbral de lucha. Todas las estaciones planetarias están cargadas de potencialidades y de poder, pero Mercurio directo es particu
larmente tenso.
Si uno ha estado sincronizado con el ciclo, se habrá anticipado a las alteraciones necesarias durante las primeras etapas del movimiento directo y estará preparado para ellas. Entonces es posibleincorporarlas a la psique y al entorno. El movimiento directo de Mercurio es el indicador de que es el momento de entregarse a la observación y de empezar a prestar atención.
Tal como hizo Prometeo, ahora podemos dirigirnos de cabeza hacia el logro deseado, sin demasiada introspección. Los aproximadamente cuarenta y siete días de la fase prometeica directa son una época para actuar por instinto, sin tener mucho en cuenta los resultados que se manifestarán en el entorno.
El impulso interior es la motivación principal, la emoción de la libertad es Prometeo desencadenado: la mente, ahora, tiene el pleno control, y los poderes de observación y de acción van en aumento. La acción precede al pensamiento y, aunque la actividad mental está en su culminación, no necesariamente se tienen en cuentalas consecuencias. Es el momento perfecto para poner a prueba lo no experimentado y para comercializar la idea o el producto de la reflexión de la etapa de retrogresión. Los frutos del período introspectivo se
manifiestan durante la conjunción superior de Mercurio con el Sol al final de la etapa prometeica, de modo que este impulso hacia adelante es la oportunidad de dar margen a una plena libertad creativa, aprovechando todas las posibles circunstancias de crecimiento y de expansión, en lo personal, lo profesional y lo creativo.
A medida que el ciclo se aproxima a la fase de «Mercurio lleno» [por analogía con la Luna llena], y entra en un período más sofisticado de movimiento directo, hay una nota admonitoria: durante la conjunción superior se llevan a cabo las implicaciones de la conjunción infe
rior retrógrada. Astronómicamente, Mercurio está tan lejos de la Tierra como puede llegar a estarlo, y en relación con nosotros, se encuentra en el lado opuesto del Sol. Heliocéntricamente, la posición es una oposición Tierra-Mercurio, y es posible que la voluntad y la fuerza del yo nos cieguen y no nos permitan guiarnos por la razón. A la inversa, también
es posible que recibamos el impacto del puro genio de nuestras propias
acciones.
Retrospectivamente, los resultados que se manifiestan durante la conjunción superior son un reflejo de la acción emprendida en la fase prometeica directa, basada en la contemplación a que uno se entregó durante la fase retrógrada que la precedió. Todo esto suena muy rebuscado y difícil, y yo misma creo a veces que por este camino se va a la locura, pero si el reconocimiento de estas maquinaciones aparentemente complicadas proviene de adentro y es bien consciente, entonces al prestarles cierta atención nos preparamos para los inevitables cambios de la vida.
La fase prometeica directa es una fase experimental de acción, una época en que uno puede desafiar las convenciones, pero finalmente nuestras ideas o nuestras acciones deben afrontar la prueba de la expe riencia. La conjunción superior señala el final de la fase prometeica, y
entonces, al pasar a la fase epimeteica, empieza una nueva modalidad de Mercurio directo.
La fase epimeteica directa
Se inicia con «Mercurio lleno», en el momento en que el planeta tiene el movimiento más rápido, está en conjunción superior con el Sol y en plena madurez. El ciclo empieza inmediatamente a decaer, entrando en el período de introspección y de responsabilidad social.
Sin embargo, se sigue estando en plena atención. Aunque con una total entrega al movimiento hacia adelante, hay un impulso inconsciente a retroceder y reservar energía, y a concentrarse en el producto de los últimos cuarenta y siete días, aproximadamente, de acción iniciadora. Según todas las apariencias externas nada ha cambiado, pero los procesos inconscientes empiezan a prepararse para la aparición de Mercurio en el horizonte inmediatamente después
de la puesta del Sol, lo que señala que el planeta está a punto de estacionarse en el cielo y de empezar su período de veintidós días de movimiento aparentemente retrógrado. Durante los aproximadamente cuarenta y siete días que transcurren entre la conjunción superior y la
estación retrógrada es cuando domina una etapa de «conclusión de la acción».
Ha llegado la madurez de los proyectos, ideas y acciones, y la fase epimeteica directa es un momento oportuno para cosechar plenamente las recompensas. Aunque el movimiento sigue siendo de avance, es también un momento de cavilación que exige más deliberación antes
de la iniciación. Mercurio se mueve ahora muy rápidamente; se adelantará al Sol en longitud zodiacal y se pondrá después del Sol como estrella vespertina, simbolizando el «pensamiento posterior» de Epimeteo. El yo no está ya subordinado a la mente descontrolada y pura, como sucedía en los ciclos prometeicos, y es más probable que los arranques de creatividad sean verificados con un cierto sentido práctico. La mente es más pragmática, incluso en los dominios experimentales, y por ello más racional, lógica y organizada. El regalo de Epimeteo a la Humanidad fue una serie de limitaciones, pero también nos dejó la esperanza.
Poco a poco, Mercurio avanza hacia su posición más distante del Sol en el este. Durante el período de mayor elongación oriental, la mente tiene plena conciencia del progreso realizado en los meses siguientes a la estación directa, y particularmente desde el momento de la
conjunción superior. Ahora, Mercurio se ha adelantado al Sol en longitud zodiacal, y está de 20 a 28º por delante de él. Se trata de una evidente paradoja en la interpretación simbólica.
Llamamos Epimeteo al planeta porque sigue al Sol en su salida y su puesta aparentes, pero zo
diacalmente está por delante de él en longitud.
En la estación retrógrada se ve que valdría la pena revisar un poco
gran parte de lo que ha sucedido durante los dos últimos meses. Conf recuencia, el ciclo de Mercurio retrógrado retrasará o paralizará completamente algunos proyectos, no como un castigo de los dioses, sino como una parte natural de la evolución cíclica.
MERCURIO RETROGRADO EN LOS ELEMENTOS
FUEGO: ¿De qué manera mi inspiración puede crear mi futuro?
TIERRA: ¿Cuáles son los resultados tangibles de mi vida?
AIRE: ¿Cuál es el significado de las relaciones en mi vida?
AGUA: Agua: ¿Cuál es la calidad de mi vida?
Agua: ¿,Cuál es la calidad de mi vida?
Al ponerse retrógrado en signos de agua, Mercurio nos da una oportunidad de repensar antiguas pautas y formas de respuesta emocional a los retos de la vida. El deseo de retraerse es más fuerte cuando el elemento que aparece acentuado durante el período de dos años es el agua.
En este par de años habrá entre tres y seis oportunidades de registrar respuestas interiores reflejas y de comprenderlas conscientemente.
La mente inconsciente influye constantemente en la vida diaria; las respuestas viscerales son recuerdos corporales del ambiente hogareño de la infancia, y muchas de ellas son preverbales. Mercurio retrógrado en agua señala el mejor momento para analizar pautas basadas en ras
gos psicológicos heredados. Las casas que contienen los tres signos de agua presentarán situaciones en las que nos encontraremos con que necesitamos resistirnos a las reacciones exageradas ante estados anímicos, sentimientos y angustias imprecisas. Los mensajes subliminales procedentes del entorno señalan qué es lo que requiere atención, y con frecuencia nos volvemos más sensibles al equilibrio entre psique y soma.
Las necesidades psicológicas y sus manifestaciones fisiológicas están particularmente sincronizadas durante los años que dura el ciclo de retrogresión en agua.
Durante este período es especialmente eficaz analizar los sueños y escribir un diario. Al observar con atención los símbolos que surgen de forma espontánea del inconsciente, es posible tomar conciencia de problemas emocionales que siguen sin resolver. El agua representa las mayores profundidades, así como los estancamientos de nuestros rincones más sensibles y privados. También a nuestras propias necesidades emocionales en las relaciones con los demás podría venirles bien alguna revisión, aunque la complejidad de la trama sólo se revelará con el
tiempo.
La retrogresión en signos de agua activa la función del sentimiento y nuestra capacidad para confiar en el valor intrínseco asignado a nuestra vida. Si hasta ahora no se le ha hecho caso, este aspecto de nuestra naturaleza exigirá la debida atención. En la vida surgen circunstancias re
lacionadas con la casa por donde transita Mercurio, y que requieren un cuidadoso examen para poder contribuir a la calidad de la vida. El último ciclo retrógrado de fuego no dejó margen para mucha introspección en la naturaleza de los sentimientos.
Se plantea un reto al equilibrio mental y emocional. Se recomienda seriedad en las relaciones, porque si se intenta escapar de las responsabilidades emocionales durante esta época, luego vuelven a aflorar con más complicaciones. Del pasado pueden surgir antiguas relaciones que nos recuerdan cómo fuimos antes y provocan una evaluación del crecimiento y el cambio en el orden emocional. Este es uno de los mejores momentos para la autoevaluación. El crecimiento emocional y espiritual se convierte en un problema urgente, y puede presentarse bajo el disfraz de preocupaciones prácticas. Si se profundiza lo suficiente, se ve con claridad que la fuente es interior y profunda y que se relaciona con el pasado sumergido. Este será el momento, durante un período de seis años, en que se pueda llevar a cabo esta revisión con un equilibrio sin
cronizado con nuestro propio ritmo interior.
Cuando Mercurio se vuelve directo, estos problemas pueden quedar atrás durante unos meses, pero cualquier asunto sin terminar volverá a la superficie a tres meses vista, para que se siga trabajando con él. Todas las casas en signos de agua serán el foco central en varios mo mentos como parte del curso del ciclo total, haciendo que cada vez aflore algo más a la superficie.